Desde su lanzamiento el cinco de septiembre de 1977, la sonda espacial Voyager 1 ha recorrido unos dieciocho billones de kilómetros, y ha sido, junto con su hermana Voyager 2, una gran ayuda a la hora de conocer mejor nuestro Sistema Solar y ampliar nuestro conocimiento sobre los sucesos que ocurren más allá de esa capa de gases que nos envuelve, y a la que llamamos atmósfera.
En diciembre del pasado año, la NASA notificó la llegada de la nave a una región del espacio llamada "the magnetic highway", la "autopista magnética", considerada la última frontera antes de comenzar el viaje interestelar. Esta "autopista" está formada por las líneas del campo magnético del Sol, que interfieren en esta zona con las líneas de campos magnéticos de otras partes del espacio, delimitando lo que se conoce como heliosfera.
La comunidad científica involucrada, sobre todo el Jet Propulsion Laboratory, JPL, de la NASA, en el California Institute of Technology "Caltech", desde donde se realizan, entre otras, las operaciones de control de dirección de las dos sondas, considera que la Voyager 1 aún está atravesando la zona magnética considerada y, probablemente, la llegada al espacio interestelar se retrase en unos cuantos meses, o incluso años. A pesar de ello, los investigadores están muy entusiasmados con este desconocido rincón del espacio, cuya medición fue uno de los propósitos iniciales para el lanzamiento del artefacto, a la vez que aumentar nuestro conocimiento sobre los procesos que allí ocurren. Entre otros muchos datos, se han logrado detectar rayos cósmicos de baja energía procedentes de fuera del Sistema Solar, cuando hasta ahora sólo se habían conseguido captar, desde la Tierra, los más energéticos.
Esperemos, por tanto, que podamos decir, antes de que pasen de diez a quince años, que La Humanidad ha conseguido superar la frontera interestelar, pues a partir de entonces, ya no podremos saber nada más de nuestra querida sonda, la cual se quedará sin las reservas de plutonio que hacen funcionar sus mecanismos de comunicación y demás utensilios; apagándose todos sus controles hasta que alguien, quien sabe cuando, la encuentre por ahí, flotando en el inmenso Universo.
Bibliografía: El artículo correspondiente se publicó el 27 de junio de 2013 en la página web de la NASA, concretamente en la sección del JPL.
La comunidad científica involucrada, sobre todo el Jet Propulsion Laboratory, JPL, de la NASA, en el California Institute of Technology "Caltech", desde donde se realizan, entre otras, las operaciones de control de dirección de las dos sondas, considera que la Voyager 1 aún está atravesando la zona magnética considerada y, probablemente, la llegada al espacio interestelar se retrase en unos cuantos meses, o incluso años. A pesar de ello, los investigadores están muy entusiasmados con este desconocido rincón del espacio, cuya medición fue uno de los propósitos iniciales para el lanzamiento del artefacto, a la vez que aumentar nuestro conocimiento sobre los procesos que allí ocurren. Entre otros muchos datos, se han logrado detectar rayos cósmicos de baja energía procedentes de fuera del Sistema Solar, cuando hasta ahora sólo se habían conseguido captar, desde la Tierra, los más energéticos.
Esperemos, por tanto, que podamos decir, antes de que pasen de diez a quince años, que La Humanidad ha conseguido superar la frontera interestelar, pues a partir de entonces, ya no podremos saber nada más de nuestra querida sonda, la cual se quedará sin las reservas de plutonio que hacen funcionar sus mecanismos de comunicación y demás utensilios; apagándose todos sus controles hasta que alguien, quien sabe cuando, la encuentre por ahí, flotando en el inmenso Universo.
Bibliografía: El artículo correspondiente se publicó el 27 de junio de 2013 en la página web de la NASA, concretamente en la sección del JPL.